Si hay algo que pueda definir la singularidad creativa de María Pagés es, sin duda, su arraigado sentido ético de la cultura. María crea porque está convencida de que el arte lleva en su esencia y en la emoción que lo produce, un profundo compromiso con la vida y con la memoria cultural. Desde la perspectiva de un personaje colectivo, De Sheherezade relata la intrahistoria sentimental de las mujeres. Lo hace sin subterfugios, ni dobleces heredados, sin miedos ni connotaciones construídas por los tópicos.
Los personajes que recorren las venas íntimas de De Sheherazade, y los mitos que la sustentan, sirven de base filosófica a esta coreografía femenina. Las mujeres sheheradianas son las amas de casa, las que salen corriendo de la oficina para recoger a los niños, las creadoras, las obreras, las investigadoras… que reinventan continuamente el mundo con su inteligencia sensible y esfuerzo. Esta De Sheherazade empieza cuando termina el cuento de Las Mil y una noches. En el relato pagesiano el personaje asume la invención para transformar el mundo. La narración no acaba como la tradición lo cuenta. Poderosamente flamenco, este relato quiere restituir el principio femenino y asumirlo como parte fundamental de la naturaleza humana.