Donde una tea alumbra

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El verso que da título a esta exposición alude a un célebre poema del libro “Junio”, del escritor cordobés Pablo García Baena. Define la capacidad que el arte tiene, a partir de sus recursos limitados, para expandir emociones profundas. Es como si un pequeño foco -una antorcha o tea de las que usaban los hombres del Paleolítico en las cavernas- alumbrase apenas un objeto, pero logrando algo mucho mayor: evocar a la vez un universo en su complejidad.

La pintura y la escultura figurativa tienen desde entonces, desde la Prehistoria, la capacidad fundamental de trascender en lo poético, algo que mantienen por supuesto en la contemporaneidad con nuevas perspectivas y técnicas. A pesar de las diferentes experiencias del último siglo en las que a veces la figura quedó relegada, lo evidente es que miles de artistas siguieron encontrando ahí una forma de expresión de un mundo propio. Lejos ya de las etiquetas del siglo XX, la figuración vive un dinámico periodo de expansión en países como Estados Unidos y Japón que se extiende por Europa y España.